El Partido Cantonal rehabilitará el Cine Central como teatro municipal

El PCAN presenta la recuperación del histórico inmueble de la plaza del Lago como proyecto estrella de su programa electoral

Una infraestructura tan necesaria como inexistente. El Partido Cantonal recoge como uno de los puntos fuertes de su programa electoral la rehabilitación del Cine Central como teatro municipal. Todas las ciudades importantes del entorno –Murcia, Alicante, Elche, Almería o Lorca- poseen un edificio para representaciones de titularidad pública sin la necesidad del arrendamiento como ocurre ahora en Cartagena con el Nuevo Teatro Circo. El PCAN toma esta iniciativa por el valor artístico de los decorados y los palcos del histórico inmueble de la plaza del Lago, así como por la necesidad urgente de regeneración de esta parte del casco histórico.

De la misma forma, la principal formación cartagenerista muestra su total oposición a la intención de la actual alcaldesa, Pilar Barreiro, de construir allí oficinas relacionadas con el denominado Barrio de Emprendedores, un proyecto tan ambiguo como dificultad tiene el Partido Popular en su explicación a la opinión pública.

El candidato a alcalde y secretario general del Partido Cantonal, Celestino García Alfaro, deja claro que, pese a ser el proyecto estrella de su programa de cara a las próximas elecciones locales, el Ayuntamiento puede asumir la inversión de la restauración del Cine Central como sala de teatro. “Nada que ver con los 64 millones de euros que ha costado el Auditorio El Batel y que ha llevado a las cuentas municipales en la práctica a la bancarrota. Cuando Barreiro abandone la alcaldía habrá triplicado la deuda que dejara el Gobierno cantonal de Antonio Vallejo”, apostilla García Alfaro.

La corporación cantonal, durante los cuatro años de su mandato entre 1987 y 1991, ya adquirió el Teatro Principal con el propósito de que Cartagena volviera a tener una sala de representaciones municipal. No obstante, la actual primera edil revocó esta decisión y vendió en cambio el vetusto inmueble de la plaza del Rey a la propiedad privada. Poco después, los nuevos dueños derribaron el edificio para la construcción de viviendas sobre su solar en un atentado más contra el patrimonio cultural de la ciudad.

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